lunes, 20 de agosto de 2012

Poemas de Juan

Un emigrante cuando va cruzando el mar se siente arrepentido de tenerse que marchar. Atrás se deja su patria querida y una familia a la que no puede olvidar. Se siente arrepentido. Y como un niño chico se pone a llorar. Y no deja de pensar en una familia que por las noches ya no puede besar. Cuando llega a su destino. No sabe por donde tirar, sin entender ese nuevo lenguaje que acaba de escuchar. Y no sabe por donde empezar a buscar ese trabajo que por extrañas circunstancias le hicieron emigrar. Se siente como vagabundo que va recorriendo el mundo y que ha perdido el rumbo sin saber donde esta. Cuando recibe esas cartas de su familia con tanto cariño el no sabe que contestar. Porque se siente avergonzado y humillado de no poderle mandar unos dinerillos que tanta falta hacen a su mujer y niños para poderse alimentar. Y se pone a pensar: “De mi que creerán si es que estoy metido en un lío del que no me puedo librar. Pero chico lío el que tengo que no sé para donde tirar, sin trabajo previsto y sin dinero para regresar.” A los pocos días la mujer lo vuelve a llamar: “Amor te mando unos dinerillos para venirte para ca”. Él que ya había encontrado un trabajo digno, emocionado de alegría, como un chiquillo se echa a llorar. Y a penas le podía contestar: Amor, ya hemos tenido suerte he encontrado un trabajo digno, y para larga temporada. El patrón esta muy orgulloso de mi trabajo y por suerte es Español para más tranquilidad. Me siento como en casa. Incluso me ha propuesto que me lleve la familia que hay trabajo para todos. Y de esta manera estaremos todos juntos y no nos aburriremos jamás. Aunque esto nos parezca rollo. Pero es la pura verdad. Cuando estas en tierra extraña no sabes la alegría que te da. A miles de kilómetros de tu patria y de tu casa y una familia que has dejado atrás. Y yo digo que para emigrar hay que pensarlo bien y no emigremos a ciegas con un rumbo perdido sin saber donde vas. Por estos y otros motivos tenemos que saber valorar una familia y una casa que es donde más a gusto se esta. Aunque sea con un vaso de agua y un pedazo de pan. Pero como todos queremos probar suerte y avanzar cada vez más. Pero a veces por tanto avanzar, lo bueno nos lo dejamos atrás. Hay un refrán que dice más vale pan bueno conocido que pan malo por conocer. Y muchas veces nos estrechamos y nos obligamos más de la cuenta por el porvenir de nuestros hijos. Cosa que es nuestro deber y obligación. Pero hasta cierto punto. Porque hay veces que los hijos nos creemos que los padres se tienen que hacer responsables de todos los problemas. Pero con tanta carga los padres no podemos tirar. Y más si somos mayores y nos hacemos cargo de los nietos y que lo hacemos con mucho gusto y respeto. Pero yo me acojo a ese refrán que dice: Que un padre es para cien hijos y cien hijos no son para un padre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario