Hola, soy Juan y en este blog pretendo plasmar mis vivencias, toda la historia de mi pueblo que he vivido y la que me han contado los antepasados. Espero que os resulte interesante
viernes, 17 de mayo de 2013
La esperanza y la fe son dos cosas que no debemos perder
Hay muchas cosas que no debemos perder la esperanza y la fe, el cariño de tus niños y el amor de tu mujer. 
Ya han llegado las lluvias las que dimos por perdidas. Sin alabanzas ni rogativas ni pedir la  bendición de nuestro  Santo  patrón.  Para  que  se mojaran nuestros campos  que tanta  falta le hacia, por  la sencilla  razón  de  que  llevaba  tanto tiempo  que no  llovía. 
Pero viendo  que no se conseguía  nada, lo volvimos  a dejar donde debía  estar,  en el altar. 
Y yo  digo como dice el  refrán  que no  hay  que hacerse de rogar, que  cuando  Dios  quiere  hace  sol y llueve.  Y al mal  tiempo buena cara.  Ya  han  venido las lluvias, también  se ha  cumplido el  refrán, se quedaron  con nosotros  sin saber  cuando nos van  a abandonar. 
Dimos por perdidos unos  veneros creyendo  que  nunca  se podrían  recuperar. 
Teniendo  en cuenta  que  Dios  es bueno  y no nos quiere  abandonar.  Sabiendo  que estamos  sedientos  de amor  han  vuelto  a brotar.  Pero  como no estamos  contentos  con nada, queremos  que llueva  y no  mojarnos jamás.  Y como dice el refrán  que  nunca  llueve  a gusto de  todos.  Por eso  en esta vida  no nos  podemos  entender.  Lo que unos esta  mal  para otros  esta bien.  Como  no  hay  ni bien ni mal  que cien  años  dure  al cabo  de los años  estamos  todos parejos, libres y sin costas.  
Ya  hemos  recuperado   nuestras  fuentes  con su aguas  cristalinas  y transparentes. 
Así  son sus mujeres   como la corriente del agua,  trabajadoras,  guapas  y sonrientes. 
Ese  agua  que las  vio  nacer   y crecer, como  las  esta  viendo envejecer.  
Ellas  lo han   visto  todo,  lo bueno y lo  malo.  Por lo menos  tienen  muchas cosas  que contarle  a los nietos.   Como  se pasaban  lavando  en el río  con  ese  agua  cristalina  y fría  y muy  poquito  que comer,  lava que  lava,  de  esta  manera  entre tertulias  de mujeres  se  conformaban.  Al mismo  tiempo sus  trapos solaban  y regaban, en  aquellas  verdes  praderas  que sus  trapos no  mancharan. 
Que tiempos  aquellos   lo que había  que trabajar  para  comerse  un pedazo de pan   llevando  el agua  a casa  con los cantaros  de  barro.  No  sólo  para  hacer de comer  y  beber  también  para  fregar  los cacharros.  Faenas  que  eran precisas, aunque  estuviera  lloviendo  o  nevando. 
Lo mismo pasaba  con el   campo,   sobre todo  en  la  aceituna,  hay  todos  pagábamos  el pato 
primero las faenas de la casa  después  todo el día  al destajo  por que  los  días eran cortos y  había  que aprovecharlos.  Los  niños  con la abuela  con ella  están bien  cuidados,  cada  uno hace lo que  puede  para ganarse  el  aceite del año.  En las  faenas del campo ayudaba   hasta el gato.   
Esas  lindas mujeres,  en sus ratos libres, iban  bordando  aquellos  bonitos  ajuares  para  después  enseñarlos  y guardarlos.   Por  eso  esas mujeres  merecían  un monumento,  han trabajado   mucho y todavía  lo siguen  haciendo  ayudando  a hijos  y nietos.   Respetemos  las mujeres   que son  el timón  de la casa,  cuando  falta  una madre  esa  casa  se queda  triste  y desamparada. 
Recuerdo muy bien  en  aquellos  años  que no  fueron  pocos  los que  tuvimos  que pasar  por toda clase  de  calamidades  de  poco  trabajo.  Pero  si  de  muchas injusticias  sobre todo  con los más pobres  como  siempre pasa,  que  al perro  flaco  todo se le    vuelven  pulgas.   Esto  ha sido siempre y lo seguirá  siendo  mientras  que  exista  este mundo  en que vivimos. 
Esa  madre  que era  la primera  que se  tiraba de la  cama  pensando  lo que  le iba  a poner  de comer.  No  solo  a sus hijos,  también  al marido  que era el que  llevaba  el timón  de la casa  trabajando  sin descanso.  Y al  mismo tiempo  preocupados  por la educación  de sus hijos  un trabajo  que ha dado  buen fruto  a lo largo de los años.  Y que los  hijos lo están demostrando  y dando  buena lección  de ello  a sus  hijos y nietos.  Esos  padres que  en los años  de la escasez  que  fueron  muchos,  se dejaban  el pellejo  por sacar  a sus hijos  adelante. 
A  costa de lo  que fuera, pero  honradamente.  Ellos  siempre eran  los  últimos  en  la mayoría  de los casos.  Recuerdo  algunos  hombres  que  estaban  trabajando  con un patrón  todo el año,   ahora  no recuerdo  como  se le  llamaba  a este  contrato.  El cual  ganaban  poco más de la  manutención 
y buena parte  de la  comida  que  llevaba  este hombre  al  trabajo  se la guardaba  a sus hijos 
pensando  como  habrían  pasado  sus   niños el día. 
Esos  que trabajaban  de pastores  aunque  era un trabajo más  sacrificado  pero  tenían  más  ventajas  para  alimentar  a su familia.  Como  era   mantener  un numero  de cabezas de  ganado  en  el  mismo  rebaño del dueño.  Al  menos  estos niños  no pasaban  falta de leche,  queso   o de tantas cosas  que producía  el  terreno.  Estos   hombres  asalariados,  muchos de ellos  se pasaban  15  días  y hasta  meses  sin ver  a los  niños  ni a la mujer,  los que  lo recibían  con los  brazos  abiertos  deseosos  de  ver  al padre, también  con la  ilusión  y la esperanza  de  esos  dinerillos  que había  ganado  durante el  mes.   Que eran  pocos, porque el salario de este  hombre era muy bajo.  Y  con  este  triste  jornal esa  madre  tenía que hacer  maravillas  para llegar  a fin de  mes  y  que sus hijos  no pasaran  falta  de  lo más preciso como  el  alimento  y la ropa.   El calzado  se lo preparaban  los  padres  en los  ratos libres,  que  eran pocos,  sobre todo  cuando  acostaban   a los niños. Eran  unas  alpargatas,  la suela  era  de soga  con esparto  hecha  a medida de cada  uno  de los  niños  con una  lona  muy  fuerte  que  le  hacia  duras  meses y meses.  Este  era el calzado  que  había  para todo el  año.  Porque los zapatos  nos  hacían  daño  sobre todo  en  el  bolsillo del amo.  Los  varones   para el campo    usábamos  unas   albarcas  hechas de las  ruedas de los  coches   que  nos duraban  todo el año,  que nosotros  mismos   hacíamos  en casa   cogidas  con lañas de alambre.   La misión  de  la madre  además  de las  faenas de todo el día  que no  eran pocas,  mientras  el marido  hacia  el calzado,  la madre  pegaba  unos remiendos,  por cierto,  muy bien  pegados.  Todo  esto  en la  velada de la  noche  y  al calor de la  candela.  Para  que  estos niños  cuando  se levantaran  por la mañana  tuvieran  la ropa  limpia  y seca. 
Estos niños que con  tanto trabajo  y esfuerzo  los estaban  criando  sólo con el  pecho de la madre.  Esa  madre  que  después   de  tanta faenas  amamantaba  a sus hijos varias veces al día  y con pocos alimentos  para  ella  que  estaba  criando.  Recuerdo decir  a las  mujeres  que  no era bueno  darle  el pecho   a los niños  estando  la madre  acalorada  recién  venida del campo,  como en la mayoría  de los casos  les ocurría  a estas  madres trabajadoras  sobre todo en verano.  Esta  leche materna  estaba  demasiado  irritada  y  les  producía  a los niños  unas  diarreas  que no  podían  soportar.  Y a muchos de  estos  niños se los  llevaba  Santiago  según decían las mujeres.   Pero  después  se  ha llegado  a la  conclusión de que no sólo  les hacía  daño  la  teta  materna, también  carecían  estos  niños  de unos  alimentos  adecuados  para  su propia  edad.  Recuerdo muy bien  que en  verano  nacían  gran numero  de niños y  eran pocos los que  llegaban al final del verano.  Por las  dichosas diarreas  y  el  problema  de nacimiento  de  dientes  que también  les causaba  muchos problemas a los  niños  sobre todo  en verano.  El  invierno  era más llevadero  para los niños  y para los  ancianos.  Que estos  también  carecían  de unos  alimentos  adecuados  a su propia  edad.            
Las madres durante  todo  el invierno  estaban  pendientes  de sus hijos  y  abuelos  para  que  no  pasaran  ese  duro  frío  calentando  una bolsa de salvado  de trigo  y  poniéndosela  junto  al  pecho del niño  y de esta manera  pasaban  el invierno  más  calentitos. 
A los mayores  se les  daba  otra  clase de  alimentos  para  que  entrasen  en calor, como  unos   vasillos  de  buen  vino  que los  mantenía  toda la noche  durmiendo  como  cachorros. 
Estas  madres  luchadoras  y trabajadoras  que  a pesar  de los malos tiempos  y de  ser  unas  familias  numerosas   importantes le buscaban  solución  a todo. También  se daban  casos 
que se quedaba  un  niño  pequeño huérfano. Este  niño  lo criaban  entre varias  mujeres  que  estaban  recién  paridas  y en muchos casos  una sola  mujer  daba  teta  a dos  niños  a la vez 
porque  esta mujer  tenía  recursos  y teta  para los dos niños.  También se dieron  casos  de  que algunas  madres  sacaron  niños  de la  cuna  para  criarlos  junto con sus hijos. 
Ahí  se cumplía  ese  refrán  que  dice: “por si eramos  pocos  en casa  parió  la abuela”. 
Pero  todo esto se hacía  con fe y  voluntad  hacia  los demás,  sin  importarles  el número  de personas  que hubiera  en casa.  Donde come  uno  comen  diez,  porque cada  niño  que  venía a casa  lo hacía  con  un pan  debajo del brazo.  De  esta manera  todos felices  y contentos. 
Aquí  el  padre  también  tenía  un papel  importante  para  llevar  el tema de la casa  junto con la  esposa.  Pero  con mucho cariño y respeto  para criar  a sus  hijos.  Este padre  era  el patriarca  de la familia  al  que todos  respetaban  con  todo  el cariño del mundo.  Como  este padre estaba  todo el día  en el campo  y  era la madre  la que  estaba   todo  el día  lidiando  con los  niños, siempre  usaba   la misma  frase, “te  vas  a enterar  cuando venga   tu padre”.   Y  de  esta  manera  los  podía  controlar  durante el  día. 
Los  hijos  mayores también  estaban  bien  controlados, tenían  que  estar  a la  hora  que el  padre  les decía.  Y  de esta  manera  dormían  todos bajo  llave  y  tranquilos. 
Al  día siguiente  del  día de fiesta  había  que estar  todos  dispuestos  para   ir  al trabajo,  que era  lo que  nos daba de comer  aunque  con  muchos  apuros  y  sacrificio  para  salir adelante  como  Dios  manda.  En la  temporada de  la aceituna  había  que aprovechar  hasta los días de fiesta  porque las inclemencias del tiempo  no nos dejaban  muchos días libres y había  que aprovechar  los días buenos  ya  fuera  día de fiesta  o no.  Las  mujeres  en  esa  temporada  de  la  aceituna lo pasaban  peor   porque  lo tenían  que llevar  todo   adelante  las  faenas de  la  casa  y  las del campo.  Había  muchas madres  que  sobre todo en  la temporada  de la aceituna no dormían  muchas horas  tranquilas  en su  cama  como  Dios manda.  De noche  cosiendo  ropa y calcetines  porque  no había  muchas mudas que  ponerse,  lo mismo pasaba  con  la comida,  se las  tenían  que  estudiar  muy bien  para  echar  de  comer  a la cuadrilla de  aceituneros  y la mayoría  gente joven  con buenas ganas de comer.  Igualmente  pasaba  con el tema de  la  educación  que eran  las mujeres  sobre todo  las madres  las  que  llevaban  el timón  de la  casa.  Cuando  se   organizaban  esos bailes  de muchachas  y muchachos  eran  las madres las que  tenían  que dar  el permiso  para  que  fueran  al  baile  incluso  se esperaban levantadas  para  ir  a por  su  hijas.  Por lo  cual  esas  madres  deben  ser recordadas  en  todos  los momentos  de la vida. 
Que fueron  los primeros  que  dieron  la  vida por nosotros  y lo siguen  haciendo  por  nuestros hijos  y nietos  en todos  los momentos  difíciles  de la vida  y  los  que  nos  han  enseñado  todo lo bueno  que  tenemos.  Si   escogemos  el camino  que  ellos nos  enseñaron  es  difícil  que  nos equivoquemos  de rumbo.  Al final  de esta  leyenda  verás  que  todo es verdadero  y  justo  como  tu  propia vida 
El problema de los mayores
Es un programa  estupendo, donde  van  los mayores  a terminar  con la soledad.
Allí  todo tiene  arreglo,  a buscarse una pareja  porque están tristes  y desamparados.   
La  soledad es traicionera, sobre todo por la noche  cuando te encierras  con llave,  eso es insoportable. Para  alivio  de las penas  esta  Juan  con ese  bonito programa  donde  todo tiene arreglo,  para terminar  con esa triste soledad. 
Que contentos  se ponen  cuando se oye el teléfono,  ya se ponen  nerviosos  que no  saben  contestar,  hasta piden  ayuda  a nuestro  amigo Juan.   Este que se  creía  que nadie  lo iba  a llamar  recibe  nada más  que 150  o  300 llamadas.   Muy  deseosos  de conocerse  y con el sueño  quitado  se ponen a chatear  con tal  dulzura  en sus  palabras  con las  que se quieren  conquistar.  Y es que a los mayores  les gusta la formalidad.  Quieren  ir  poquito  a  poco,  como dice  el refrán,  como el que va ha empezar.   Pero no tan despacio  que nos quedemos atrás.  Porque no tenemos  mucho  tiempo  para  volver a empezar,  que no  somos  tan niños,  que tenemos  la vida media.   Aunque  digan que el amor  no tiene edad, eso  no es verdad, porque los días  los tenemos contados  adonde  quiera que vas. 
Pero  que bonito es el amor  cuando te quieren de verdad. 
Estos  que antes  no  conocieron  el amor, en este   bonito  programa, lo han  podido  encontrar, 
se  vuelven  tan cariñosos  que no  se desesperan  jamas,  con  besitos  de  tornillo  y abrazos  cariñosos  de verdad,  les suben  el café  a la cama  cosa a la que no estaban  acostumbradas. 
Me  ha  tocado vivir  como una   reina,  esta  es  la pura  verdad.  
No  olvidemos el  programa de  Juan  que tanta confianza  nos da.  Tal  y como esta vida  nos  tendremos que  alegrar  de  tener la pensión  para poder vivir y nuestro propio  hogar.  El cariño de los que nos  rodean, para que  queremos  más.  Y como dice el  refrán, no  hay  ni bien  ni mal que cien  años dure ni cuerpo que lo resista.  Los  hijos muy competentes  y tranquilos  de  que ya  colocaron  a los viejos y ellos  se quedaron  tranquilos, quitándose  un peso de encima.   De que  cada  viejo  disfruta  de su   propia  vivienda y  ninguno de los dos la  quieren dejar  abandonada.  Pero  como en este  programa todo tiene arreglo, estos de  mutuo acuerdo toman  la decisión  de no dejar  su casa cerrada.  Se van  a vivir  una corta temporada, por comodidad  y tranquilidad no  les gusta  vivir en  ciudad, sin   ruido de  coches  ni  humo  contaminado  que les  pueda molestar.  A vivir su vida  tranquila  que bastante  han trabajado ya.  A vivir  la vida que son  dos días y todo  lo demás son tonterías.  El  que venga detrás que las  enderece.  Aunque  también  es verdad que los  tiempos  han cambiado  a lo largo de los años.  Antes los mayores los metían en la residencia, porque no podían  mantenerlos los hijos, hoy  se ha  vuelto la tortilla. Son  los padres  los que  le  echan  un cable a los hijos  y en  muchas ocasiones  con sus  propios  ahorrillos  tratando  de  ayudar  en lo que ellos pueden.  De  hay  viene  el  refrán  de que  un padre es para cien  hijos  y cien hijos no son para un padre. 
Esos abuelos  que tiene el  corazón  repartido  entre toda la generación  que los  rodea  y sufriendo  las  consecuencias  de cada uno de ellos, que no son pocas. 
Pero  que bonito cuando dan  ese primer paso  al cabo  de varios  años de soledad  y  tristeza  y depresión  pensando  en su primer  y  único  amor de su vida  con el que compartieron  el cariño  y la  ilusión de su vida. 
Pero  que bonito es el  amor  cuando  se queda grabado en el  corazón.  Aunque se trate de olvidar  deja  una  huella  que no se puede cerrar.   Acudamos  al programa de  Juan  y  el nos sacara  del túnel  en que estamos metidos  para que veamos  la claridad. Tratando de mejorar  esa triste soledad  y de hacer felices a los demás.  Porque el que  se cambia  de domicilio  a su casa  no vuelve más. 
Hay  cosas en la vida  en las que debemos pensar de hacer un bien  cuando puedas  sin  pensar en la maldad.  Que en  este mundo se paga todo lo que hay que pagar, llevando  la cabeza  alta  sin temor  a tropezar.  Que hay muchos que tropiezan  y no se pueden levantar.  Y es que la avaricia  rompe el saco, como  dice el refrán.  A lo  que  vamos,  como dice  Juan. Y el que no llora  no mama  ni acaba  con la soledad.  Como le esta pasando a Juan, teniendo  la tienda en casa y  al final con ninguna se va  a quedar.  Y que no diga  como uno de mi pueblo, que lo  de quedarse  soltero, eso  no le pasaría  más.  Y es que hay cosas en la vida  que  no se te olvidan jamas. 
Que programa más divertido  si te lo tomas  con cariño y humor,  deseando  que llegue  el momento de oír al presentador  con esa sonrisa  y guasa que tiene.  Cuando llega el momento de la verdad   a contar muchas cosas para  poderse desahogar  de esos trances tan tristes  que tuvieron  que  pasar.  Aguantando  a su pareja, con los  niños pequeños, eso  es muy duro de contar. 
Cuando mas tranquilo  estas, se termino el cariño  y  empiezan las discusiones  llegando  tarde a casa, algo  que yo sospechaba, se nos  termino el  amor  cuando  yo no lo esperaba, me quede sola en casa con los niños sin nadie que me  ayudara...   Echando  valor  al toro  con mucha tristeza y rabia trabajando noche y día  para que  a mis niños de nada les faltara.  Hoy  que ya están grandes  he sido  recompensada.  Educando unos hijos  que  con su madre les basta. 
Esa madre luchadora  que al final  de sus días  se esta  quedando muy sola. Y necesita  que alguien 
le quite la soledad. Le acompañe en esas  largas noches  encerrada  con llave  sin nadie  que la  acompañe.  Esta que se lo piensa mejor, llama  a  Juan  y medio  para  buscarse un nuevo amor 
Vayamos  al programa de Juan que allí  todo tiene  arreglo. Es  un programa  muy formal 
aunque  la gente crea  que no. Aquí  nadie se va sin pareja aunque  no sea su nuevo amor. 
Al cabo  del tiempo ellos se van conociendo,  enamorándose,  conociéndose  mejor, olvidando  lo pasado.  Recordando  el primer día  en que se conocieron.  Ella  estaba  deseosa  y temblorosa  de que  llegara el  momento  de oír  una llamada  de ese  hombre   joven  y perfecto  que le  pudiera  hacer  tilín.  Pero  de esos  ya quedan pocos.  Los  que quedan  nacieron  antes  de la  guerra. 
Se tiene que  conformar  con uno de su edad.  Este  reúne  las condiciones  que ella quiere, no  fuma,  no bebe, alto, con su dentadura y su pelo  moreno,   viudo  desde hace  tiempo,  sin  hijos  a su cargo,   su buena  casa  y el  coche nuevo.  En  este  programa  todo tiene  arreglo. 
Lo que  no tiene  arreglo  casarte  con el que  tiene  muchos   vicios  y no tiene  dinero.  Tal  como esta la vida  eso es lo primero.    
No olvidemos  este programa  que  es  justo y  divertido y al mismo  tiempo entretenido  haciendo  felices  unas  parejas  que antes no lo han sido.  No debemos  olvidar  esas parejas  que estaban  solos  y  tristes  y  han  terminado con la soledad.   Todo  esto se lo debemos  al programa de   Juan. 
Pero  no hay  cosa mas bonita  que volverse  a enamorar, de una persona  que no has  visto en la vida y aquí  llego la hora de la verdad.  Deseando  y  temblando  de conocerse  a fondo. 
Pero  Juan que es muy cachondo les  pone la mampara  de por medio  para  que no  se les vea  el  cuerpo,  por debajo  se cogen  de la mano  esperando  el momento  de  que  quite la mampara. 
Darse un  fuerte abrazo  y  beso  en la boca  o en la  cara.   Ya  han salido  del  trance  que  tanto  deseaban.   Ahora   desearles  suerte  a una  pareja   que  solos  y tristes  se encontraban. 
Y  aquí  corto  esta  historia  que es muy  bonita y larga  de contar. 
Día de la Cruz de antaño
En nuestro pueblo el Día de la Cruz se celebraba a lo grande en todos los sentidos de la vida. 
En primer lugar, se vestía la Cruz de claveles de todos los colores recién cogidos del campo. Una pequeña cruz de madera que adornaban esas lindas y bellas mujeres del pueblo, haciendo de ella  preciosos ramilletes. Esa cruz se paseaba por las calles del pueblo durante una semana, cantándole  esas coplas tan bonitas que todavía recordamos los mayores del lugar. 
A esto se le llamaba el Rosario de la Cruz. Primero lo sacaban las mujeres al ponerse el Sol y los  hombres después de cenar, como de costumbre. Y todo esto con mucha devoción y esmero como la  tradición lo requiere. Esto se hacia entre un grupo de muchachas y muchachos que eran los  encargados de organizar esta bonita fiesta religiosa. En la que participa toda la juventud del pueblo.  A ese grupo de jóvenes Se les llamaba mayordomos de la Virgen del rosario. Rosario que se sequía  sacando tos los domingos del año con la misma cruz pero sin claveles cantando coplas diferentes  que también resultaban la mas de bonitas en el silencio de la noche. Sobre todo en el rosario de la  Aurora. Este rosario se sacaba a ultima horas de la madrugada. Ya había que tener mucha fe y  voluntad sobre todo en el invierno con el frío. 
Y teniendo que dejar tu cama cuando mas a gusto se esta 
Los niños también disfrutaban del día de la cruz que era el único día del año que tenían para   comerse el huevo con sus amigos donde se juntaban todos niñas y niños echando un buen día al aire libre el sitio preferido era el nacimiento con ese agua que te da una hambre canina. Cuando regresaban a casa rebuscaban lo que se habían dejado haciendo mesa limpia como dice el refrán. De estos días se presentaban pocos a lo largo del año porque las cosas estaban tirantes para chicos y grandes. Había que vender los huevos para compras el pescado y el azúcar que también era necesario. Pero estas madres también disfrutaban de lo lindo de ver a sus hijos incluso si eran pequeños se iban todo el día al reparo de ellos. 
Los niños mas mayores estos  se iban al cerro de la cruz que esta en las cumbres del prado Sierra. Que en alguna ocasiones les acogido alguna tormenta del mes de mayo. Pero al final todos felices y contentos.  
          
Y como costumbre y tradición a los animales del pueblo también se les hacia su fiesta dando les unos días de descanso disfrutando de unos abundantes pastos de yerba. La que estaba reservada para el día de la cruz. Día en que se aprovechaba para limpiar y echar las acequias de nuestras vegas. Esta fiesta de los animales de labor como vacas burros mulos caballos 
Esta fiesta resultaba interesante y al mismo tiempo bonita. Ver todos los animales del pueblo juntos luciendo los mejores cencerros y lujosos collares de campanillos. Estos también tenían derecho a disfrutar de unas vacaciones que durante todo el año estaban muy cansados de trabajar sin compasión de ninguna clase. En estos días cada uno arreglaba sus bestias haciéndole el pelado para que se pasaran el verano lomas fresco que pudieran 
Que después de bueno viene lo malo como era la trilla que lo pasaban las bestias fatal con tanta calor. Que esto también resultaba interesante y bonito. Todo esto en nuestro hermoso y bonito ejído. Lugar que siempre ha estado al servicio del pueblo. 
Lugar que hoy día como los tiempos han cambiado esta destinado a lugar de ocio y deportes y festejos del pueblo disfrutando de este bonito y atractivo parque natural entre mezclado con arboles frutales. Lugar que debemos cuidar y conservar en buen estado para todos los vecinos del pueblo y los que vengan de fuera.
La Semana Santa de antaño
Vamos a tratar de explicar como era la Semana Santa de antes. Aunque nos parezca extraño y exagerado esto que vamos a oír, así estaban las cosas al menos en nuestro pueblo de Beas. 
Llegando la Semana Santa quedaban suspendidos o anulados toda clase de trabajos, a no ser  que fueran muy urgentes. Igualmente pasaba con los vehículos, estos  no se podían mover de su sitio salvo en casos extremos de enfermedad.  
Desde las 12 del Jueves Santo todo quedaba paralizado, salvo los actos religiosos que eran muchos  y respetados. 
Como también era muy respetado el tema amoroso, que durante esos días no tenían  relaciones de ninguna clase, tanto novios como matrimonios. No había el tinglado de tabernas que tenemos hoy en día. En una palabra que casi todo era pecado, hasta el respirar. Y la religión se llevaba a raja tabla. No se podía ingerir bebida de ninguna clase  durante las horas de riguroso ayuno, ni comer carne de ninguna clase. Sólo con mirar a una mujer ya habías pecado, también con fumarte un cigarro. Las campanas no tocaban  hasta el Sábado de Gloria que era cuando repicaban a gloria.
Para acudir a los actos religiosos que celebraban en la Iglesia se usaba un instrumento  hecho de tabla llamado Carraca. Con él nos divertíamos los jóvenes de aquellos tiempos, dando una vuelta alrededor del pueblo, anunciando que había llegando la hora de acudir al Templo a orar al Señor.  
Eran unos días de mucha fe religiosa que se vivía entre la gente, sobre todo entre las personas mayores. Las que llegando estos días no hacían otra cosa mas que adorar al Señor. 
Con ese Vía crucis o entierro de Cristo por las calles del pueblo, con un silencio que no se sentía a nadie ni respirar. Salvo algunas saetas que se cantaban durante el recorrido que se hacía por el pueblo, con aquellas piadosas mujeres vestidas de mantilla y peineta con toda la devoción que esto requiere. Además de todo esto, en estos días era un ir y venir de gente a la Iglesia a visitar al Señor en todos los actos religiosos que se celebran. Esto se hacía las 24 horas del día. Durante la noche lo hacían los hombres en turnos  y en las horas que le pertenecía a cada calle del pueblo. 
Recuerdo que todo esto se hacía con gran devoción y respeto tanto la gente joven como los mayores.  
El tema del ayuno también se llevaba a raja tabla durante estos días. El ayuno era rigurosamente respetado y sin abusar de la comida en las horas que te tocaba comer, lo tenías que hacer con moderación y respeto al ayuno. Por la noche tan solo una pequeña  taza de chocolate, a esta cena se le llamaba Colación. Por la mañana era un ayuno  general que no se tomaba ni agua hasta el medio día, que era cuando comía toda la  familia junta como era costumbre en días tan señalados como los de Semana Santa. Ese potaje de garbanzos con bacalao y acelgas, que decían que en  estos días salía más bueno que en todo el año, yo creo que era por las horas que llevabas sin cruzar un esparto. De segundo plato la típica tortilla de bacalao y de postre esas ricas natillas o arroz con leche, que también estaba muy rico. A estas alturas del día todo estaba muy bueno. En esta comida del medio día se desquitaba lo perdido de la hambre ahorrada. 
Yo creo que era muy diferente de la Semana Santa de hoy, que vivimos estos días nada más que para disfrutarla a lo grande sin acordarnos que estamos en unos días de   reflexión religiosa, que no nos permite tanto lujo. O por lo menos así eran nuestras creencias de antiguamente. En las que nos decían nuestros padres que estos días no trabajaban ni los pájaros en sus nidos ni ponían  huevos  en sus  incubadoras.  
Estos días se dedicaban nada más que a velar al Señor las 24 horas del día, hasta el  Sábado de Gloria a las12 de la noche cuando se hacía la ceremonia y la bendición del  Cirio Pascual, ceremonia que resultaba muy bonita e interesante. Pasando de unos días   tristes a otros de más alegría. Para todos los creyentes como toda persona que comienza  una nueva vida de un año para otro, tratando de mejorar en todos los aspectos de la vida  y acercarse cada vez más a todo aquel que lo necesita. Todo esto era un acto como  penitencia que se debía cumplir como buen cristiano con buena fe y voluntad hacia todo ser humano. Una bonita tradición que no debemos dejar que caiga en el olvido.
Los Carnavales de antaño
Tratemos de explicar como eran los carnavales de antiguamente.
Recuerdo muy bien que se divertía la gente a lo grande sin rencores de ninguna clase, ni  disfraces  que pudieran causar  algún peligro, todo al descubierto y con buena fe. Todo con buen humor y con ganas de divertirse. Sobre todo aquellas guapas y bellas mujeres cantando esas bonitas coplas del  carnaval. Las cuales todavía se escuchan cantar sobre todo en las mujeres mayores que quieren que  queden en el recuerdo de las nuevas generaciones venideras. Como también se conservan los bailes antiguos. 
Recuerdo aquellos bonitos y bellos refajos con los que se vestían, siendo todo un lujo para la fiesta  del carnaval. Fiesta que duraba tres bellos y hermosos días combinados con el baile de acordeón del que disfrutamos todos, mujeres y hombres, y en el descanso del baile se cantaban las coplas del  carnaval todos juntos.
Lo más bonito e importante de estas mujeres era que ellas mismas se hacían esas prendas tan bonitas para  lucirlas en el carnaval. Prendas muy valiosas como era el refajo carnavaleño de aquellos tiempos con esos bonitos bordados. Ropas que aun todavía se conservan en buen estado con todo el cariño del mundo. Y que aun se siguen usando en las nuevas generaciones como buen recuerdo de nuestros antepasados. 
Y al mismo tiempo recordar aquellas humildes y bellas mujeres que lo mismo que sabían divertirse también sabían y estaban capacitadas para hacer toda clase  de trabajos. Esas mujeres que llegaba el carnaval y se olvidaban de todas las penas reflejando una bonita alegría en su rostro. Cantando esas bonitas coplas del carnaval por las calles del pueblo y al mismo tiempo poder lucir aquellos bonitos y bellos disfraces que ellas habían bordado con sus propias manos. 
Traje que también se lucía en aquellos bailes de acordeón que, para complacer a esas lindas mujeres,  organizábamos los hombres y de esta manera honradamente nos lo pasábamos bomba los tres días del carnaval y con buen sentido del humor el que corría en aquellos tiempos tan dificiles que tuvimos  que soportar. De ahí viene ese refrán que dice que al buen tiempo buena cara. Y que no hay ni bien  ni mal que cien años dure.
Aquí os escribo una de esas coplas que cantaban las mujeres en carnaval:
UN DOMINGO CARNAVAL.
Un domingo carnaval
de gitana me vestí
y me fui al salón de baile
por ver mi novio allí.
Y me dice gitanita:
quieres hacerme el favor
de decirme con salero
la gracia que tengo yo.
Eres un chico muy guapo
y tienes buen corazón, 
pero tienes en falta
que eres un camelador.
Tú has camelado mujeres,
yo te diré las que son:
una morena con gracia
y otra más rubia que el sol.
Si te casas con la rubia,
tú serás un desgraciado.
Cásate con la morena
y serás afortunado.
Yo me caso con la rubia
aunque sea un desgraciado
y a la morena la dejo
aunque sea afortunado.
Adiós Pepe, me voy,
que es mi madre la que espera.
Si quieres saber quién soy,
soy tu novia la morena,
la que te quiso de veras,
la que te juró el amor
y tú como eres tan pillo
me robaste el corazón. 
La Navidad de antaño
La Navidad de antiguamente la podemos calificar como religiosa. Pero al mismo tiempo era divertida, de buen compañerismo y compadreo entre las personas de buena voluntad y fe cristiana y con buen sentido del humor. Recuerdo muy bien aquellas familias unidas como una piña incluidos compadres y padrinos. A lo largo de la Navidad eran inseparables disfrutando todos de aquella armonía familiar y de aquellos dulces y comidas caseras de antiguamente. Nos quedaron buenos recuerdos de aquellas costumbres y tradiciones, las que pueden servir de mucho a las generaciones venideras. Costumbres de las que nos estamos olvidando demasiado. Aquellos compadres que eran los encargados y responsables de dar una buena educación a sus ahijados para que estos se formaran como buenos cristianos. Y esa manera de asistir todos juntos a celebrar la Navidad en la Iglesia cantando esos villancicos que todavía recordamos y que se siguen cantando con orgullo y alegría. A pesar de que corrían muy malos tiempos económicos, reinaba la alegría y la fe junto con la bondad. Sobre todo aquella manera de divertirse la gente joven, sin ninguna clase de violencia y de no ingerir bebidas ni drogas que les pudieran aguar la fiesta. Eso era muy bonito lo contrario de lo que ocurre hoy. Esos bailes entre amigos que se organizaban todos los días festivos. Nuestro instrumento preferido era el acordeón con el que nos divertíamos a lo grande echando esas bonitas serenatas en el silencio de la madrugada.
La que en la mayoría de los casos nos servía para declarar nuestro amor hacia la mujer que querías. También hay que decir que las mujeres de antes no tenían la soga tan larga y las madres las tenían más controladas de lo que hoy están. Así cuando se enamoraban de verdad lo hacían con más ganas y se lo tomaban más en serio y con más formalidad. Por eso esas madres que se sentían responsables de sus hijas no las perdían de vista ni un sólo momento. Recuerdo de estos bailes de los que hemos hablado en los que las muchachas se encargaban unas de ir recogiendo a otras de casa en casa para ir al baile. Las cuales eran responsables de volver a su domicilio de donde habían salido sanas y salvas y a la hora que habían quedado con la madre.
Esta madre no se metía en la cama hasta que llegaba su hija. Algunas madres que esperaban impacientes alrededor de la lumbre y sin poder controlar los nervios iban en busca de su hija antes de la hora en que habían quedado. Incluso haciendo un cerco en el baile de esas madres desesperadas que no podían controlar sus nervios.
Yo diría que era una manera de divertirse todos muy sanamente y de buena armonía entre jóvenes y mayores. Aquellas bonitas ruedas que hacían las muchachas cantando las coplas del carnaval y otras muchas de las cuales hoy estaríamos encantados de poderlas oír. Pero que bonita era la Navidad de antes y que solidarios los unos con los otros. Recuerdo que aquellos vecinos del pueblo que tenían más posibles económicos que los demás, en los días de la pascua amasaban una hornada de pan para los más necesitados del pueblo para que al menos esos días nos sintiéramos todos a gusto y contentos como Dios quiere. Y despedíamos el año con una bonita costumbre, la de sortear entre las muchachas y los muchachos nueva suerte para el primer día del año.
Esto consistía en hacer papeletas, la mitad con el nombre de las muchachas del pueblo y la otra mitad con los muchachos. Estas papeletas se echaban en cenachos aparte y se iban cogiendo una de cada cenacho y en el momento era boceado por las calles del pueblo fulano con mengana. Esto se hacía muy legalmente, los jóvenes estaban obligados a cumplir con esta costumbre y tradición. Esta consistía en que la mujer invitaba al hombre a cenar a su casa, aunque esta tuviera novio. Incluso a bailar con “el año”, que así se le llamaba a estos muchachos, al menos por un día. Había casos en que ambos no estaban comprometidos y seguían con una buena relación. De esta manera llegaban al día de los Reyes en el que se hacían unos bonitos regalos con todo el cariño del mundo. Y de esta manera se divertían económicamente y al mismo tiempo aprovechaban la ocasión para conocerse mejor y relacionarse mutuamente. Porque eran tan pocas y escasas estas ocasiones. Y esta era la manera de pasar la pascua felices y contentos. 
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