viernes, 17 de mayo de 2013

La Semana Santa de antaño

Vamos a tratar de explicar como era la Semana Santa de antes. Aunque nos parezca extraño y exagerado esto que vamos a oír, así estaban las cosas al menos en nuestro pueblo de Beas. Llegando la Semana Santa quedaban suspendidos o anulados toda clase de trabajos, a no ser que fueran muy urgentes. Igualmente pasaba con los vehículos, estos no se podían mover de su sitio salvo en casos extremos de enfermedad. Desde las 12 del Jueves Santo todo quedaba paralizado, salvo los actos religiosos que eran muchos y respetados. Como también era muy respetado el tema amoroso, que durante esos días no tenían relaciones de ninguna clase, tanto novios como matrimonios. No había el tinglado de tabernas que tenemos hoy en día. En una palabra que casi todo era pecado, hasta el respirar. Y la religión se llevaba a raja tabla. No se podía ingerir bebida de ninguna clase durante las horas de riguroso ayuno, ni comer carne de ninguna clase. Sólo con mirar a una mujer ya habías pecado, también con fumarte un cigarro. Las campanas no tocaban hasta el Sábado de Gloria que era cuando repicaban a gloria. Para acudir a los actos religiosos que celebraban en la Iglesia se usaba un instrumento hecho de tabla llamado Carraca. Con él nos divertíamos los jóvenes de aquellos tiempos, dando una vuelta alrededor del pueblo, anunciando que había llegando la hora de acudir al Templo a orar al Señor. Eran unos días de mucha fe religiosa que se vivía entre la gente, sobre todo entre las personas mayores. Las que llegando estos días no hacían otra cosa mas que adorar al Señor. Con ese Vía crucis o entierro de Cristo por las calles del pueblo, con un silencio que no se sentía a nadie ni respirar. Salvo algunas saetas que se cantaban durante el recorrido que se hacía por el pueblo, con aquellas piadosas mujeres vestidas de mantilla y peineta con toda la devoción que esto requiere. Además de todo esto, en estos días era un ir y venir de gente a la Iglesia a visitar al Señor en todos los actos religiosos que se celebran. Esto se hacía las 24 horas del día. Durante la noche lo hacían los hombres en turnos y en las horas que le pertenecía a cada calle del pueblo. Recuerdo que todo esto se hacía con gran devoción y respeto tanto la gente joven como los mayores. El tema del ayuno también se llevaba a raja tabla durante estos días. El ayuno era rigurosamente respetado y sin abusar de la comida en las horas que te tocaba comer, lo tenías que hacer con moderación y respeto al ayuno. Por la noche tan solo una pequeña taza de chocolate, a esta cena se le llamaba Colación. Por la mañana era un ayuno general que no se tomaba ni agua hasta el medio día, que era cuando comía toda la familia junta como era costumbre en días tan señalados como los de Semana Santa. Ese potaje de garbanzos con bacalao y acelgas, que decían que en estos días salía más bueno que en todo el año, yo creo que era por las horas que llevabas sin cruzar un esparto. De segundo plato la típica tortilla de bacalao y de postre esas ricas natillas o arroz con leche, que también estaba muy rico. A estas alturas del día todo estaba muy bueno. En esta comida del medio día se desquitaba lo perdido de la hambre ahorrada. Yo creo que era muy diferente de la Semana Santa de hoy, que vivimos estos días nada más que para disfrutarla a lo grande sin acordarnos que estamos en unos días de reflexión religiosa, que no nos permite tanto lujo. O por lo menos así eran nuestras creencias de antiguamente. En las que nos decían nuestros padres que estos días no trabajaban ni los pájaros en sus nidos ni ponían huevos en sus incubadoras. Estos días se dedicaban nada más que a velar al Señor las 24 horas del día, hasta el Sábado de Gloria a las12 de la noche cuando se hacía la ceremonia y la bendición del Cirio Pascual, ceremonia que resultaba muy bonita e interesante. Pasando de unos días tristes a otros de más alegría. Para todos los creyentes como toda persona que comienza una nueva vida de un año para otro, tratando de mejorar en todos los aspectos de la vida y acercarse cada vez más a todo aquel que lo necesita. Todo esto era un acto como penitencia que se debía cumplir como buen cristiano con buena fe y voluntad hacia todo ser humano. Una bonita tradición que no debemos dejar que caiga en el olvido.

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