viernes, 17 de mayo de 2013

La Navidad de antaño

La Navidad de antiguamente la podemos calificar como religiosa. Pero al mismo tiempo era divertida, de buen compañerismo y compadreo entre las personas de buena voluntad y fe cristiana y con buen sentido del humor. Recuerdo muy bien aquellas familias unidas como una piña incluidos compadres y padrinos. A lo largo de la Navidad eran inseparables disfrutando todos de aquella armonía familiar y de aquellos dulces y comidas caseras de antiguamente. Nos quedaron buenos recuerdos de aquellas costumbres y tradiciones, las que pueden servir de mucho a las generaciones venideras. Costumbres de las que nos estamos olvidando demasiado. Aquellos compadres que eran los encargados y responsables de dar una buena educación a sus ahijados para que estos se formaran como buenos cristianos. Y esa manera de asistir todos juntos a celebrar la Navidad en la Iglesia cantando esos villancicos que todavía recordamos y que se siguen cantando con orgullo y alegría. A pesar de que corrían muy malos tiempos económicos, reinaba la alegría y la fe junto con la bondad. Sobre todo aquella manera de divertirse la gente joven, sin ninguna clase de violencia y de no ingerir bebidas ni drogas que les pudieran aguar la fiesta. Eso era muy bonito lo contrario de lo que ocurre hoy. Esos bailes entre amigos que se organizaban todos los días festivos. Nuestro instrumento preferido era el acordeón con el que nos divertíamos a lo grande echando esas bonitas serenatas en el silencio de la madrugada. La que en la mayoría de los casos nos servía para declarar nuestro amor hacia la mujer que querías. También hay que decir que las mujeres de antes no tenían la soga tan larga y las madres las tenían más controladas de lo que hoy están. Así cuando se enamoraban de verdad lo hacían con más ganas y se lo tomaban más en serio y con más formalidad. Por eso esas madres que se sentían responsables de sus hijas no las perdían de vista ni un sólo momento. Recuerdo de estos bailes de los que hemos hablado en los que las muchachas se encargaban unas de ir recogiendo a otras de casa en casa para ir al baile. Las cuales eran responsables de volver a su domicilio de donde habían salido sanas y salvas y a la hora que habían quedado con la madre. Esta madre no se metía en la cama hasta que llegaba su hija. Algunas madres que esperaban impacientes alrededor de la lumbre y sin poder controlar los nervios iban en busca de su hija antes de la hora en que habían quedado. Incluso haciendo un cerco en el baile de esas madres desesperadas que no podían controlar sus nervios. Yo diría que era una manera de divertirse todos muy sanamente y de buena armonía entre jóvenes y mayores. Aquellas bonitas ruedas que hacían las muchachas cantando las coplas del carnaval y otras muchas de las cuales hoy estaríamos encantados de poderlas oír. Pero que bonita era la Navidad de antes y que solidarios los unos con los otros. Recuerdo que aquellos vecinos del pueblo que tenían más posibles económicos que los demás, en los días de la pascua amasaban una hornada de pan para los más necesitados del pueblo para que al menos esos días nos sintiéramos todos a gusto y contentos como Dios quiere. Y despedíamos el año con una bonita costumbre, la de sortear entre las muchachas y los muchachos nueva suerte para el primer día del año. Esto consistía en hacer papeletas, la mitad con el nombre de las muchachas del pueblo y la otra mitad con los muchachos. Estas papeletas se echaban en cenachos aparte y se iban cogiendo una de cada cenacho y en el momento era boceado por las calles del pueblo fulano con mengana. Esto se hacía muy legalmente, los jóvenes estaban obligados a cumplir con esta costumbre y tradición. Esta consistía en que la mujer invitaba al hombre a cenar a su casa, aunque esta tuviera novio. Incluso a bailar con “el año”, que así se le llamaba a estos muchachos, al menos por un día. Había casos en que ambos no estaban comprometidos y seguían con una buena relación. De esta manera llegaban al día de los Reyes en el que se hacían unos bonitos regalos con todo el cariño del mundo. Y de esta manera se divertían económicamente y al mismo tiempo aprovechaban la ocasión para conocerse mejor y relacionarse mutuamente. Porque eran tan pocas y escasas estas ocasiones. Y esta era la manera de pasar la pascua felices y contentos. 

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